jueves, 8 de enero de 2015

El Trilema de la UE

Dani Rodrik, profesor de Harvard, en su libro La Paradoja de la Globalización describe el trilema de la economía global. Si un dilema es la elección entre dos alternativas incompatibles, un trilema es la elección entre tres. Para Rodrik las tres alternativas son: globalización, Estado nacional y Democracia Política.

Rodrik analiza la relación entre ellas y llega a la conclusión de que sólo son compatibles dos a dos, no las tres juntas. Los dirigentes de los estados pueden aplicar las normas de la la globalización que, según él, conllevan costes sociales, si se olvidan de la democracia. También pueden elegir la Democracia, dentro de un Estado Nacional, si se reduce la globalización de la economía; así evita los costes sociales que exige la competencia global, lo que ayuda a ganar elecciones. La tercera combinación sería globalizar la Democracia, olvidarse del Estado Nacional.


 

Siguiendo a Rodrik en la Unión Europea, podemos encontrar un dilema entre: profundizar en la Unión Europea, defender los Estados nacionales o mantener la democracia interna de cada país.
En efecto, la primera consecuencia de las medidas de austeridad, impuestas por la Unión Europea a los países en crisis ha sido la caída de los Gobiernos en las elecciones y manifestaciones callejeras, cosa que no gusta a los políticos que se eligen democráticamente. Los Estados Nacionales no quieren ceder soberanía para evitar las crisis fiscales mediante un control europeo de sus Presupuestos públicos. Para aplicar las normas de la Unión Europea en Grecia o Italia se han nombrado jefes de Gobierno tecnócratas, bordeando los cauces naturales de su democracia. En consecuencia, las tres alternativas (UE, Estados Nacionales y democracia nacional) parecen incompatibles en periodos de crisis como el actual ¿Que podemos hacer ante esto?
La solución está en ampliar la democracia a nivel europeo y reducir la influencia de los Estados Nacionales. Las instituciones de la UE tienen un déficit democrático. Sólo el Parlamento Europeo se elige por voto directo, pero sus capacidades de control son muy limitadas. Todos los demás órganos de Gobierno son de elección indirecta y, en gran parte, sus componentes representan más a sus Estados de origen, que al conjunto de Europa. El presidente Rompuy es una figura decorativa, que se debe a los que le eligieron, a los jefes de Gobierno de los Estados miembros.
Las propuestas de las últimas cumbres europeas van por el camino de reducir la autonomía de los Estados, pero se quedan cortas en profundizar la Democracia Europea. El trilema está servido. Las dos cosas son necesarias: que los Estados miembros cedan soberanía y que se profundice en la democracia en las instituciones europeas. Con el tiempo veremos quien lleva la razón.

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