jueves, 8 de enero de 2015

Orígenes del Banco de España

A finales del siglo XVIII, la economía presentaba un aspecto desastroso y nuestra deuda pública sufrió un crecimiento preocupante. Esta situación dio pie al nacimiento del primer banco de nuestro país: el Banco Nacional de San Carlos en 1782, una entidad privada amparada por el rey Carlos III, que estaba dividida en acciones con reconocimiento de dividendos.

El camino hasta convertirse en el Banco de España no fue sencillo pues incluso el que fuera su director original, Francisco Cabarrús, fue condenado a 6 años de cárcel por fraude en 1790, un año después de haber recibido el título de conde a manos de Carlos IV. Además, a causa de las guerras y los problemas financieros, esta entidad terminaría experimentando la primera fusión bancaria de nuestro país.

Pese a que originalmente se pretendía que la entidad fuera constituida por accionistas particulares, los inversores desconfiaron de dicha fórmula, siendo las instituciones y sus funcionarios los que participaron como accionistas mayoritarios.

Aunque esto nos podría hablar de un interés público especial por proteger a la entidad, lo cierto es que el propio estado se convirtió en su mayor moroso, debiendo más de 450.759 euros (300 millones de reales de la época) en 1814, aunque por causas difícilmente controlables.

Esta situación llegó en gran parte por culpa de La Guerra de la Independencia, que enfrentó a España, Francia e Inglaterra desde 1808 hasta dicha fecha, y que causó grandes pérdidas humanas por las hambrunas de 1812 y a causa de la propia violencia.

La guerra pudo suponer la desaparición de cerca del 60% de los ciudadanos según afirman diversos estudios, además de provocar una bancarrota estatal y una importante pérdida de infraestructuras e industrias españolas.

Desde el fin de la guerra se luchó contra la bancarrota sin éxito. Para salir de dicho bache, el estado tuvo que inyectar 40 millones de reales en 1829 (lo cual podemos entenderlo como el primer rescate bancario de la historia de España), refundando la entidad como Banco de San Fernando, en honor al rey vigente en aquel entonces.Esto, apoyado en algunas medidas del que fue Ministro de Hacienda, Luis López Ballesteros, mantuvo cierta estabilidad durante más de una década.

El monopolio del Banco de San Fernando desapareció ante el nacimiento del Banco de Isabel II (Madrid) y el del Banco de Barcelona (primer banco comercial español no oficial), que también adquirieron capacidades para imprimir papel moneda de forma independiente.

La entidad trató de defenderse mediante una fuerte lucha legal con la otra entidad madrileña, pero sus acciones no dieron los frutos deseados.

Lo que sí sufrió el Banco de Isabel II fue la crisis financiera de la época a los tres años de su fundación, situándose al borde de la suspensión de pagos. En 1847 tuvo que fusionarse con el Banco de San Fernando, naciendo el Banco Nacional de San Fernando, que poco a poco iría creciendo por toda nuestra geografía abriendo sedes en diversas provincias del país.

Finalmente, el 28 de Enero de 1856 fue el día que esta entidad pasó a denominarse Banco de España. Aún faltaría mucho hasta convertirse en lo que conocemos hoy en día, y sin duda fueron muchas las dificultades y circunstancias históricas las que tuvo que atravesar.

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